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Un lugar para descubrir «las dedicatorias en las guardas y las anotaciones en los márgenes [...], el sentimiento de camaradería que suscita pasar las mismas páginas que alguien ya ha pasado, y leer los pasajes que alguien, hace mucho tiempo, me ha señalado» (Helen Hanff, 84 Charing Cross Road).

domingo, 28 de octubre de 2012

La caricia negada

Detalle de Las tres edades de la mujer (Gustav Klimt, 1905)

«La vida en el mundo occidental se ha vuelto tan impersonal que hemos producido una raza de intocables. Nos hemos convertido en extraños que no sólo evitan el contacto físico sino que incluso lo rechazan cuando se considera una manifestación «innecesaria»; somos figuras sin rostro en medio de un paisaje abarrotado, seres solitarios a los que les asusta la intimidad».

Ashley Montagu (El tacto: la importancia de la piel en las relaciones humanas, 1971)



Eran necesarios treinta bebés. Recién nacidos, separados de sus madres inmediatamente después del parto. Sus cuidadoras no debían bajo ningún concepto hablarles, jugar con ellos o dirigirles gestos de cariño, sólo limitarse a darles de comer y limpiarlos cuando fuera necesario. Así era cómo Federico II (1195-1250) pretendía averiguar qué idioma hablarían los bebés de manera espontánea. Pero su investigación llegó a un final abrupto antes de poder comprobarlo; todos los niños murieron sin siquiera haber podido empezar a hablar.

Casi siete siglos después, durante el periodo de entreguerras, miles de bebés y niños fueron recluidos en orfanatos en Europa y Estados Unidos. Era habitual que todos los menores de dos años murieran. Pero se observó que no eran los pequeños que estaban en las instituciones más higiénicas y que les proporcionaban mejor alimentación los que lograban sobrevivir. A pesar de encontrarse en lugares más lúgubres, aquellos bebés que recibían algo de calor humano ­–porque se les tomaba en brazos, se les acunaba, se les acariciaba y abrazaba– eran los únicos que tenían alguna posibilidad de evitar la muerte.

De todos los sentidos con los que nos asomamos al mundo, hay uno sólo que es imprescindible para la vida: el tacto. Es quizás el sentido en el que menos pensamos –aunque es el que nos aporta un contacto más estrecho con la realidad y con el que identificamos nuestro yo– y dista mucho de ser entendido en toda su complejidad y su importancia. Ahora que se empiezan a estudiar los efectos beneficiosos del contacto piel con piel entre la madre y el bebé se ha podido demostrar que éste facilita el desarrollo adecuado del sistema nervioso y un mejor crecimiento gracias la asimilación de más nutrientes. También protege contra el estrés, y posiblemente ayude a conservar la memoria en la edad adulta.

En el ser humano los instintos quedaron en parte sometidos al dominio de la razón –que no de lo razonable–, hace ya miles de años. Por si fuera poco, la sociedad occidental ha hecho lo posible por mutilar aún más los impulsos naturales basándose en supuestos valores religiosos o por adaptación a formas sociales y culturales más que cuestionables. Ahora la ciencia –como una especie de Lazarillo de Tormes– nos guía con recomendaciones, unas veces acertadas y otras rocambolescas, por los derroteros a los que  nuestra cultura se empeñó en dar la espalda. Estamos en el camino de redescubrir nuestra propia naturaleza como seres humanos, y paradójicamente la encontramos en ese origen del que tanto nos hemos empeñado en renegar: nuestra animalidad.

El contacto físico –una caricia, un abrazo, un beso–, tan reprimido por la educación y los tabúes sexuales, es literalmente vital. Un bebé no puede sobrevivir sin él, pero los adultos lo consiguen malamente. Un simple abrazo eleva los niveles de oxitocina, la hormona del amor, de serotonina –un neurotransmisor que influye en la reducción de la ira y la depresión– y de dopamina –una hormona y neurotransmisor implicado en la motivación y el aprendizaje–, y nos hace sentir bien de inmediato, además de ayudarnos a prevenir la enfermedad coronaria, reducir el estrés y los síntomas de Alzheimer. Para muestra, este vídeo de Abrazos Gratis. Ojalá cunda el ejemplo.



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