Dicen los libros de texto que el ecuador es una línea imaginaria que divide el Hemisferio Norte del Hemisferio Sur. Más asombroso aún es que una línea que sólo existe en la imaginación de los eruditos pueda abrir brechas tan dolorosamente reales entre quienes han caído, por azar del destino, a un lado o al otro de ella.
Atravesado de lado a lado por este corte hay un país, Ecuador. Fue allí donde me di cuenta de que la línea ecuatorial o “mitad del mundo”, siendo como es imaginaria, podía cobrar otro sentido. Quise entenderla a partir de entonces no como una línea divisoria, sino como la línea igualadora (porque eso significa literalmente el término “ecuatorial”) que une los puntos diminutos, casi invisibles, de la diversa geografía humana. Una línea a veces quebrada y a veces, desgraciadamente, rota. Y es aquí donde quiero hacer un intento, aunque sea chiquito, de recomponerla.